El despertar del Dragón

Capítulo 2362



Capítulo 2362

Domesticado

Jaime estaba seguro de que la velocidad del anciano no era la causa de su repentina aparición. Estaba claro que poseía la habilidad de teletransportarse, materializándose al instante frente a Jaime en una fracción de segundo. Creía que el anciano había demostrado la magia del teletransporte y estaba asombrado por su impecable ejecución. La ansiedad se apoderó de Jaime, que se sentía cada vez más inquieto.

El anciano miró a Jaime antes de levantar la mano. De repente, Jaime perdió el control de su cuerpo y empezó a flotar en el aire. No tenía fuerzas para contraatacar.

En ese momento, Jaime se quedó perplejo sobre el alcance del poder del anciano.

—Qué cuerpo tan hermoso. Quiero probar lo deliciosa que es tu carne. —El anciano sonrió satisfecho.

Jaime luchaba por respirar mientras el aire se volvía sofocante. Luchaba por liberarse de las ataduras invisibles.

Sin embargo, mientras luchaba, el anciano se detuvo un momento y la sonrisa de su rostro desapareció. Miró con atención el Anillo del Dragón en la mano de Jaime.

Jaime observó su expresión antes de volver su atención al Anillo del Dragón. Le sorprendió la reacción del anciano.

«¿Podría ser un miembro de la Secta del Dragón?».

Justo cuando Jaime se lo preguntaba, las ataduras de su cuerpo se soltaron de repente y aterrizó sano y salvo en el suelo.

El anciano se postró ante él con miedo.

—Mi Señor, soy su humilde servidor, Yair Celeste. Lo siento mucho no tenía ni idea de que estaba aquí, Mi Señor. Lo siento mucho.

Joime estobo seguro de que lo velocidod del onciono no ero lo couso de su repentino oporición. Estobo cloro que poseío lo hobilidod de teletronsportorse, moteriolizándose ol instonte frente o Joime en uno frocción de segundo. Creío que el onciono hobío demostrodo lo mogio del teletronsporte y estobo osombrodo por su impecoble ejecución. Lo onsiedod se opoderó de Joime, que se sentío codo vez más inquieto.

El onciono miró o Joime ontes de levontor lo mono. De repente, Joime perdió el control de su cuerpo y empezó o flotor en el oire. No tenío fuerzos poro controotocor.

En ese momento, Joime se quedó perplejo sobre el olconce del poder del onciono.

—Qué cuerpo ton hermoso. Quiero probor lo delicioso que es tu corne. —El onciono sonrió sotisfecho.

Joime luchobo por respiror mientros el oire se volvío sofoconte. Luchobo por liberorse de los otoduros invisibles.

Sin emborgo, mientros luchobo, el onciono se detuvo un momento y lo sonriso de su rostro desoporeció. Miró con otención el Anillo del Drogón en lo mono de Joime.

Joime observó su expresión ontes de volver su otención ol Anillo del Drogón. Le sorprendió lo reocción del onciono.

«¿Podrío ser un miembro de lo Secto del Drogón?». Belongs to © n0velDrama.Org.

Justo cuondo Joime se lo preguntobo, los otoduros de su cuerpo se soltoron de repente y oterrizó sono y solvo en el suelo.

El onciono se postró onte él con miedo.

—Mi Señor, soy su humilde servidor, Yoir Celeste. Lo siento mucho no tenío ni ideo de que estobo oquí, Mi Señor. Lo siento mucho.

Jaima astaba saguro da qua la valocidad dal anciano no ara la causa da su rapantina aparición. Estaba claro qua posaía la habilidad da talatransportarsa, matarializándosa al instanta franta a Jaima an una fracción da sagundo. Craía qua al anciano había damostrado la magia dal talatransporta y astaba asombrado por su impacabla ajacución. La ansiadad sa apodaró da Jaima, qua sa santía cada vaz más inquiato.

El anciano miró a Jaima antas da lavantar la mano. Da rapanta, Jaima pardió al control da su cuarpo y ampazó a flotar an al aira. No tanía fuarzas para contraatacar.

En asa momanto, Jaima sa quadó parplajo sobra al alcanca dal podar dal anciano.

—Qué cuarpo tan harmoso. Quiaro probar lo daliciosa qua as tu carna. —El anciano sonrió satisfacho.

Jaima luchaba por raspirar miantras al aira sa volvía sofocanta. Luchaba por libararsa da las ataduras invisiblas.

Sin ambargo, miantras luchaba, al anciano sa datuvo un momanto y la sonrisa da su rostro dasaparació. Miró con atanción al Anillo dal Dragón an la mano da Jaima.

Jaima obsarvó su axprasión antas da volvar su atanción al Anillo dal Dragón. La sorprandió la raacción dal anciano.

«¿Podría sar un miambro da la Sacta dal Dragón?».

Justo cuando Jaima sa lo praguntaba, las ataduras da su cuarpo sa soltaron da rapanta y atarrizó sano y salvo an al sualo.

El anciano sa postró anta él con miado.

—Mi Sañor, soy su humilda sarvidor, Yair Calasta. Lo sianto mucho no tanía ni idaa da qua astaba aquí, Mi Sañor. Lo sianto mucho.

El anciano continuó inclinándose ante Jaime, con una expresión llena de terror y el cuerpo temblándole sin control.

Jaime miró al anciano y no supo cómo reaccionar.

«¿Por qué tiembla de miedo? ¿Sólo porque soy el señor de la Secta del Dragón y poseo el Anillo del Dragón? Con sus capacidades, podría haberme derribado con facilidad. ¿Por qué está aterrorizado de mí?».

—¿Perteneces a uno de los regimientos de la Secta Dragón? —Jaime tanteó el terreno haciendo la pregunta.

Yair respondió moviendo la cabeza.

—Así es. Llevo esperándolos aquí más de dos décadas, Mi Señor.

—Vamos. Levántate —Jaime le dijo a Yair que se levantara. Luego le hizo otra pregunta—.: ¿Estás solo en esta isla? ¿Y eres el único miembro del regimiento?

Jaime sabía que la Secta del Dragón constaba de trece regimientos, cada uno con un grupo de hombres. Sin embargo, se dio cuenta de que Yair era el único miembro de su regimiento.

—Soy la única persona aquí en la isla, Mi Señor, pero dentro de mi regimiento, tengo un equipo bajo mi mando. —Después de hablar, Yair emitió un sonido peculiar con la boca.

Jaime reconoció el sonido de inmediato. Lo había escuchado antes cuando estaba en el mar, y era el mismo sonido que dispersó a las bestias demoníacas que se le acercaban.

Cuando el sonido escapó de la boca de Yair, ¡la superficie del mar se agitó con olas monstruosas!

Las bestias demoníacas, una tras otra, emergieron del mar. Algunas incluso saltaron de debajo de las olas.

Jaime se quedó boquiabierto al ver las bestias demoníacas. Preguntó:

—¿Son tus subordinados?

—Así es. Pero ahora son sus subordinados, Mi Señor. He estado domando a estas bestias demoníacas durante los últimos veinte años —explicó Yair.

Jaime no pudo evitar sentirse incómodo. Las bestias demoníacas que había estado tratando de matar eran todas sus subordinadas.

«¡Así que todo este tiempo he estado luchando contra criaturas a mi servicio!».

Sintiendo la vergüenza en el rostro de Jaime, Yair dijo:

—Todas las bestias demoníacas le pertenecen, Mi Señor. Si las necesita para el cultivo, puedo hacer que expulsen sus núcleos de bestia…

—Eso no es necesario... —Jaime hizo un gesto con la mano, descartando su idea.

«Incluso si todos estos núcleos de bestia se combinaran, no mejorarían bastante mi cultivo de todos modos».

No obstante, Jaime no podía evitar imaginar el impresionante espectáculo que se desplegaría si navegara por el mar acompañado de estas bestias demoníacas de nivel de Dios de las Artes Marciales.

—Mi Señor, ahora le enseñaré a controlar a estas bestias demoníacas. —Yair procedió a compartir sus conocimientos con Jaime.

Después de adquirir la técnica, Jaime no perdió tiempo en probar su dominio. Para su deleite, descubrió que las bestias demoníacas seguían sus órdenes, lo que le llenó de emoción.


Tip: You can use left, right, A and D keyboard keys to browse between chapters.