El despertar del Dragón

Capítulo 2299



Capítulo 2299

Es increíble

—¿Quién te crees que eres para intentar enfrentarte a mí cuando sólo eres un Dios de las Artes Marciales de Segundo Nivel? Deberías haberte mirado en el espejo antes de enfrentarte a mí — Sansón se burló del intento de Alba de resistirse a su aura.

—Ella no es rival para ti. Pero, ¿y yo? —Jaime respondió y desató su aura.

—Ja, pequeño tarado. ¿Cómo se atreve un simple santo de las artes marciales como tú a ser tan engreído delante de mí? —rio Sansón.

Sin embargo, pronto se dio cuenta de que el aura de Jaime resistía con éxito la suya. Aturdido, se volvió hacia él y gritó antes de aumentar la intensidad de su aura, lo que hizo que muchos artistas marciales se desplomaran en el suelo por la abrumadora presión.

—Eres un Dios de las Artes Marciales de Cuarto Nivel, ¿eh? No está mal —Jaime sonrió.

—Deberías saber las consecuencias de provocarme ahora que conoces mi verdadero poder —dijo Sansón con desdén.

—Un Dios de las Artes Marciales de Cuarto Nivel es impresionante, pero sigue sin ser nada a mis ojos —respondió Jaime con sorna.

—Hablas mucho para ser un insignificante santo de las artes marciales. ¿Cómo te atreves a menospreciarme? Hoy te haré picadillo y te mostraré el verdadero poder de un dios de las artes marciales de cuarto nivel —Sansón bramó mientras liberaba toda su aura. El terrorífico poder que contenía hizo que el entorno cambiara y se distorsionara.

El color se drenó de los rostros de los artistas marciales mientras observaban el desarrollo de la batalla. Estaba claro que Sansón tenía ventaja sobre Jaime y Alba.

«¿Cómo puede Jaime, un Santo de Artes Marciales de Octavo Nivel, esperar derrotar a un Dios de Artes Marciales de Cuarto Nivel?».

En ese momento, algunos de los artistas marciales comenzaron a arrepentirse de su decisión de seguir a Jaime montaña arriba y comenzaron a retirarse.

—¿Esto es todo lo que tienes como Dios de las Artes Marciales de Cuarto Nivel? —se burló Jaime. De repente, rayos de luz dorada emanaron de su cuerpo, y olas de una presión que helaba la sangre golpearon a Sansón y a los discípulos de la Secta Vientofuerte. This material belongs to NôvelDrama.Org.

Sansón y los discípulos estaban todos conmocionados, pues nunca habían pensado que el joven que tenían delante, que no era más que un Santo de las Artes Marciales, pudiera desatar un aura aún más aterradora que la de un Dios de las Artes Marciales de Cuarto Nivel.

—¿Te das cuenta de lo débil que eres ahora? —Jaime saltó en el aire y cargó contra Sansón.

Los artistas marciales sintieron que se les quitaba la presión del cuerpo, y todos miraron a Jaime con miedo e incredulidad.

No sólo el aura de un Santo de las Artes Marciales había resistido a la de un Dios de las Artes Marciales, sino que además era lo suficientemente poderosa como para lanzar un ataque ofensivo.

—El Señor Casas es increíble. Cómo puede ser tan fuerte el poder de un Santo de las Artes Marciales de Octavo Nivel? —Vladimir exclamó incrédulo.

José, Marcelo y Royler también estaban atónitos e impresionados por el despliegue de poder de Jaime.

Cuando Sansón vio que Jaime se atrevía a atacarlo, extendió los dedos y gritó:

—¡Mano de Martillo!

Un instante después, dos discípulos de la Secta Vientofuerte lanzaron dos martillos hacia delante, que crecieron en tamaño en el aire antes de aterrizar perfectamente en las manos de Sansón.

Los martillos giraron en su agarre, y un simple golpe ligero entre los dos martillos bastó para emitir ondas de ruido ensordecedor que hicieron que la multitud se tapara los oídos y palideciera de miedo.

Jaime lanzó un puñetazo a Sansón, su puño brillaba con una luz dorada.

—Humph. ¿Cómo te atreves, un simple santo de las artes marciales, a atacarme con tus puños? Debes tener ganas de morir —escupió Sansón.

Acompañado de un gruñido, lanzó un contraataque con sus dos martillos. La fuerza que ejercía en el balanceo de sus martillos era profunda, como si estuviera decidido a hacer picadillo a Jaime.

¡Clang!

Un penetrante sonido de metal chocando contra metal llenó el aire cuando el puñetazo de Jaime chocó con los martillos de metal. Saltaron chispas en todas direcciones.

La tez de Sansón palideció. Nunca esperó que el puño de Jaime fuera tan duro como para soportar toda la fuerza de sus martillazos.

Sus manos se entumecieron por el poderoso choque, y sintió como si toda la fuerza hubiera sido drenada de sus brazos.

Por el contrario, Jaime parecía no inmutarse por el intercambio, y permanecía de pie ante él con una expresión de desdén en el rostro.


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