El despertar del Dragón

Capítulo 2273



Capítulo 2273

Con las manos vacías

—¡Te lo estás buscando, pedazo de mi*rda! —tronó Emiliano mientras blandía su arma una vez más.

Su espada emitió una luz cegadora que se extendió por toda la zona y envolvió a Jaime.

Jaime levantó con calma su Espada Matadragones, y se escuchó el estruendoso rugido de un dragón.

Un chorro de energía de espada irradiaba de la punta de su espada, y la energía de espada se convirtió rápido en un dragón dorado que se elevó hacia el cielo.

Poco después, el cuerpo del dragón se desintegró en una lluvia de luz dorada que cayó al suelo.

La luz que emanaba la espada de Emiliano fue superada al instante, y uno de los rayos de luz dorada atravesaba el aire y se dirigía directamente hacia Emiliano.

Una expresión de sorpresa apareció en el rostro de Emiliano mientras maniobraba rápido su arma para bloquear el ataque.

¡Clang!

Emiliano sintió como si su cuerpo hubiera sido golpeado por un asteroide. La enorme fuerza le entumeció las extremidades y le hundió las piernas hasta las rodillas.

Los espectadores abrieron los ojos en estado de shock mientras veían el desarrollo de la batalla. Ninguno de ellos esperaba que un Santo de las Artes Marciales tuviera tanto poder.

—Es una espada espiritual lo que sostiene. No me extraña que tuviera agallas para luchar contra un Dios de las Artes Marciales —comentó Trino, mirando la espada en la mano de Jaime.

La multitud fijó sus miradas en la Espada Matadragones en cuanto oyeron aquello.

—Ah, no me extraña que un Santo de las Artes Marciales pueda desatar un poder tan grande. Resulta que tiene una espada espiritual —dijo Filo, con los ojos brillantes de ambición.

Los otros ancianos también estaban cegados por la codicia. A ellos también les parecía un desperdicio que una espada mágica estuviera en posesión de un santo de las artes marciales.

«Si la espada mágica estuviera en posesión de alguno de nosotros, ¡seguro que sería mucho más poderosa!». Exclusive content © by Nô(v)el/Dr/ama.Org.

Jaime se burló al escuchar sus comentarios.

—Ya que para que todos creen que mi poder proviene de la espada mágica, no usaré la espada para mi próximo ataque.

Movió la muñeca una vez más y la Espada Matadragones desapareció de su palma.

Entonces, Jaime apretó los puños mientras un tono dorado brotaba de su cuerpo.

Por lo que parecía, planeaba enfrentarse a Emiliano con las manos vacías.

«¿Un Santo de las Artes Marciales con las manos vacías enfrentándose a un Dios de las Artes Marciales que blande un arma? ¿Acaso quiere morir?».

Para los espectadores, Jaime estaba cortejando a la muerte.

Emiliano ardía de rabia por la humillación que sentía ante la arrogancia de Jaime. Su espada brillaba de un rojo carmesí intenso mientras su aura se extendía por todo su ser.

Consiguiera o no matar a Jaime con este ataque, Emiliano sabía que ya había sido completamente humillado.

Nunca había imaginado que un Santo de las Artes Marciales como Jaime pudiera resistir no uno, sino dos ataques suyos. No sólo eso, sino que Jaime parecía estar ganando ventaja.

La multitud estaba en silencio de expectación. Esperaban con la respiración contenida el golpe final de Emiliano. Por encima de todo, lo que más les emocionaba era ver cómo Jaime, con las manos vacías, se defendía del ataque de Emiliano.

Emiliano lanzó un bramido furioso y volvió a blandir su espada.

Un torrente interminable de luz roja tiñó el cielo de carmesí mientras Jaime saltaba hacia arriba. Sus puños brillaron con fuerza mientras atravesaba las nubes escarlata y apuntaba en dirección de Emiliano.

—¡Puño de Luz Sagrada!

Jaime parecía un ser de otro mundo mientras su cuerpo se rodeaba de una luz dorada. Todavía no había aterrizado pero su aura ya estaba aplastando a Emiliano.

—¡No! —Una mirada de terror se manifestó en el rostro de Emiliano mientras usaba su espada para bloquear el ataque.

¡Bum!

El puñetazo de Jaime aterrizó de lleno en la espada de Emiliano.

Un fuerte y crujiente chasquido resonó en el aire. A continuación, la espada de Emiliano se partió en dos.

El propio Emiliano cayó al suelo por la fuerza del puñetazo de Jaime.

Cuando el polvo se asentó, se descubrió una escena espantosa: Emiliano yacía en el cráter, tosiendo sangre.

Yacía allí, despeinado, mientras miraba a Jaime con incredulidad.

Emiliano era un verdadero Dios de las Artes Marciales. No había sufrido ninguna modificación genética, y su poder provenía de su propio esfuerzo en el cultivo. Por desgracia, fue derrotado por un humilde Santo de las Artes Marciales.

La multitud miró a Emiliano con asombro, observando su patético aspecto.

Estaban llamando la atención a Jaime por depender de su espada mágica.

Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, el hombre había derrotado a Emiliano y dejado a éste tendido en el cráter con nada más que sus puños desnudos.

No había lugar para dudar de las capacidades de Jaime.

De repente, el aire parecía haberse aquietado mientras los espectadores mostraban expresiones similares de asombro en sus rostros.


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