El despertar del Dragón

Capítulo 2271



Capítulo 2271

Una provocación intencionada

—¿Y si insistimos en entrar? ¿Qué puedes hacer al respecto, Arconte? No sólo Mateo no salió a recibirnos, sino que tampoco nos deja entrar. ¿Qué podría estar ocultándonos la Secta Luminosa a todos nosotros? —se burló Emiliano, con una sonrisa tortuosa en los labios.

—Tu secta es la que nos oculta secretos a todos.

Al escuchar la conmoción, Alba llevó a algunas personas con ella y al instante se apresuró a la escena.

Un destello pasó por los ojos de Emiliano al ver a la mujer.

—Señorita Lope de Vega, cada día está usted más guapa. No sabía que ese cuerpo suyo pudiera ser mejor —dijo, sin poder ocultar la sordidez de su mirada mientras miraba a Alba de arriba abajo.

Arconte sintió que la rabia corría por sus venas al ver los ojos de Emiliano clavados en Alba.

Todos en la Secta Luminosa sabían que Alba y Arconte eran una pareja perfecta. Los dos habían estado muy unidos desde que eran jóvenes, y Arconte nunca consiguió ocultar su puro afecto por Alba.

Desde luego, no estaba dispuesto a aceptar el repugnante comportamiento de Emiliano.

—Cállate, Emiliano, a menos que quieras saber lo que se siente al vivir con dentadura postiza el resto de tu vida —ladró Arconte enfadado.

Emiliano soltó una carcajada ante la amenaza del hombre.

—¡Jajaja! Como si fueras capaz de ponerme un dedo encima. Si crees que tienes esa capacidad, adelante, muévete. Estoy aquí mismo.

Emiliano estiró el cuello hacia delante, mirando a Arconte a los ojos y provocándolo para que empezara a pelear.

Alba, por su parte, tiró de la esquina de la camisa de Arconte y dijo:

—No te precipites, Arconte. Te está provocando a propósito.

Si Arconte iniciaba una pelea, automáticamente se equivocaría. Además, le resultaría difícil defenderse si hiciera un movimiento delante de tanta gente.

Aun así, Arconte enrojeció mientras se clavaba las uñas en las palmas de las manos y emanaba un aura ardiente.

Emiliano sonrió ante la inacción del hombre y dijo con una sonrisa:

—Si no tienes agallas para hacer un movimiento, entonces apártate de mi camino. Entrega al Cultivador Demoníaco, o déjanos entrar y atraparlo nosotros mismos.

La chulería de Emiliano era más de lo que se podía soportar. La ira de Arconte alcanzó su punto de ebullición, y su puño se movió antes de que pudiera pensar.

En un abrir y cerrar de ojos, ya estaba lanzando un puñetazo hacia Emiliano.

Sin embargo, antes de que el puñetazo alcanzara a Emiliano, éste lo esquivó con agilidad, y justo después un fuerte puñetazo se abalanzó sobre Arconte.

Arconte ni siquiera había tenido tiempo de replegar el brazo cuando el puño de Emiliano apareció justo delante de su cara.

Éste estaba preparado y sólo esperaba a que Arconte golpeara.

¡Pum!

El puño de Emiliano aterrizó de lleno en el centro del pecho de Arconte, haciéndolo tambalearse hacia atrás.

Sólo consiguió detenerse cuando un compañero de la Secta Luminosa lo agarró.

Arconte miró a Emiliano, con los ojos llenos de ira. No podía tragarse la humillación de recibir un puñetazo de Emiliano delante de tantos ancianos del clan.

Arconte no tenía miedo de admitir que no era rival para Demithor. Sin embargo, Emiliano no era más fuerte que su hermano mayor. Por lo tanto, Arconte y Emiliano deberían ser iguales en sus habilidades.

Los dos deberían haber estado igualados, sin embargo, Arconte se tambaleaba hacia atrás después de un solo puñetazo. Esto le causó una gran vergüenza.

—¡Te voy a matar, Emiliano! —bramó Arconte mientras corría hacia su oponente.

Justo en ese momento, Jaime salió con calma y llegó a la entrada. Frente a la gente de numerosos clanes, preguntó:

—¿Me buscan todos? ¿Soy yo el Cultivador Demoníaco del que hablan?

Emiliano le lanzó una mirada antes de preguntar:

—¿Eres Jaime Casas? Content is property of NôvelDrama.Org.

—Ese soy yo. —Jaime asintió.

—Eres tú, entonces. Eres el Cultivador Demoníaco y la persona que hirió a mi hermano, ¿correcto?

Un imperturbable Jaime se limitó a asentir al escuchar las declaraciones del hombre.

—Te refieres a Demithor Carrión, de la Secta Vientofuerte, ¿verdad? En efecto, fui yo quien lo hirió. ¿Tienes algún problema con eso?

—¿Cómo te atreves a herir a mi hermano? No eres más que un humilde Cultivador Demoníaco. Una plaga como tú necesita ser exterminada, ¡y eso es precisamente lo que estoy a punto de hacer!

La expresión de Emiliano adquirió un tono más oscuro mientras movía la palma de la mano. Pronto, una espada apareció en su mano.

La hoja, afilada y mortal, brillaba con un carmesí oscuro y amenazador


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