El despertar del Dragón

Capítulo 2263



Capítulo 2263

Celos

En ese momento, Arconte y Alba miraban a Jaime con intenciones asesinas. Aunque Jaime no sabía la razón, estaba seguro de que aquellos dos no eran sus amigos.

Sin embargo, observando ahora el semblante de aquella muchacha, no pudo percibir más malicia.

—¿Dónde estoy? ¿Cómo te llamas? ¿Cuántos días llevo inconsciente? —preguntó Jaime a Alba.

—Me llamo Alba Lope de Vega. Este lugar es la Secta Luminosa. Fue mi amo quien te salvó y te trajo aquí. Has estado inconsciente tres días enteros. Casi pensé que no lo conseguirías —respondió Alba con una leve sonrisa.

—¿La Secta Luminosa también es una secta oculta como la Secta Vientofuerte? —preguntó Jaime.

—Hay ciertas cosas que no estoy segura de si debo contarte. Creo que lo mejor será que llame a mi maestro.

Después de decir eso, se dio la vuelta y estaba a punto de marcharse.

Sin embargo, justo después de girar sobre sus talones, entró Arconte. Una pizca de ira brilló en sus ojos cuando se dio cuenta de que Jaime se había despertado.

—Qué suerte tienes. Y pensar que el Maestro ha conseguido reanimarte. En verdad no sé en qué estaba pensando el Maestro, dándole su Píldora de amplificación a este Cultivador Demoníaco.

—Arconte, el Maestro mencionó que no es un Cultivador Demoníaco, y estoy seguro de que el Maestro tiene razón. Además, ¿cómo podría un Cultivador Demoníaco acumular tanta energía de fe? Debe haber algún tipo de malentendido. Traeré al Maestro ahora.Têxt belongs to NôvelDrama.Org.

Después de decir eso, Alba se fue a llamar a Mateo.

Aun así, Arconte continuó clavando sus fríos ojos en Jaime.

Jaime sabía que Arconte lo había malinterpretado, así que se apresuró a explicarle:

—En realidad no soy un Cultivador Demoníaco. Absorber el poder de Josías es sólo parte de las habilidades de mi técnica. No voy por ahí masacrando a gente inocente y absorbiendo sus poderes para mejorar mi cultivo, ni he matado nunca a un hombre corriente. Espero que no me malinterpretes.

Ya que lo habían rescatado, Jaime consideró necesario aclarar aquel asunto.

—¡Hmph! Si no eres un Cultivador Demoníaco, ¿cómo pudiste herir al Dios de las Artes Marciales, Demithor, cuando sólo eres un Santo de las Artes Marciales? Incluso yo no pude hacer ningún daño a Demithor, así que ¿cómo es que un insignificante Santo de las Artes Marciales como tú pudo dañarlo? Es obvio que eres un Cultivador Demoníaco que usó alguna técnica de Cultivo Demoníaco desconocida.

Arconte resopló, sin creerse en absoluto la afirmación de Jaime.

Jaime abrió la boca, pero se quedó sin palabras para explicarse.

En ese momento, sonó una voz anciana y severa.

—Arconte, debes cambiar tu temperamento arrogante. Que tú no puedas conseguir algo no significa que los demás no puedan. Sería mejor que te centraras en tu cultivo en lugar de albergar celos hacia los demás. —Mateo entró y regañó a Arconte.

Arconte bajó la cabeza y guardó silencio.

—Jaime, este es mi maestro, el líder de la Secta Luminosa, Mateo Campos —presentó Alba.

—Señor Campos, gracias por salvarme la vida —expresó en cortesía Jaime su gratitud a Mateo.

—De nada. Salvar vidas y curar a los heridos son cosas que los miembros del mundo de las artes marciales deberíamos hacer. Por desgracia, hay demasiada gente que olvida su intención original de ser cultivador al dedicarse en exceso a perseguir la fama y el poder. No obstante, estoy encantado de que te recuperes —dijo Mateo, sonriendo con amabilidad.

Sin embargo, justo después de terminar su frase, su rostro cambió de golpe, y de inmediato comenzó a toser con violencia. Incluso su respiración se aceleró.

Al ver esto, Arconte y Alba se adelantaron para ayudar a su maestro.

—Alba, date prisa y dale al maestro su medicamento —le dijo Arconte a Alba.

—De acuerdo. —Ella asintió y pronto sacó un frasco de porcelana del bolsillo de Mateo, luego vertió una píldora.

El medicamento fue colocado dentro de la boca de Mateo, y poco después, se recuperó.

—He tenido esta condición durante mucho tiempo. Siento que hayas tenido que ver eso. —Mateo mostró una sonrisa incómoda a Jaime.

Mientras tanto, Alba, que sostenía el frasco de porcelana, pronunció con el ceño fruncido:

—Maestro, ¿sólo le queda una Píldora de Amplificación


Tip: You can use left, right, A and D keyboard keys to browse between chapters.