El despertar del Dragón

Capítulo 2259



Capítulo 2259

Sólo Espera

Las mordaces palabras de Arconte picaron a Demithor, que entonces desató su aura y fulminó con la mirada al primero.

—Arconte, si te atreves a llevártelo por la fuerza, la Secta Vientofuerte aniquilará a la Secta Luminosa. Dado lo débil que eres, sólo será cuestión de minutos.

—Basta de tonterías. La Secta Vientofuerte ha ido contra las leyes de la naturaleza llevando a cabo modificaciones genéticas, ¿y aun así pretendes investigar el Cultivo Demoníaco? Si se corre la voz de esto, ¿de verdad crees que las otras sectas ocultas se quedarán de brazos cruzados? —replicó Arconte.

Con las cejas fruncidas, Demithor miró a Arconte.

—¿De verdad no temes desatar un conflicto entre nuestras dos sectas?

—¿Qué hay que temer? Destruir el mal siempre ha sido nuestra responsabilidad. En lugar de entrenar como debe de ser, la Secta Vientofuerte elige ir por el camino del Cultivo Demoníaco. Permitir que te lleves al Cultivador Demoníaco sería la mayor deshonra de la Secta Luminosa.

A pesar de su aspecto sencillo, Arconte exudaba oleadas de energía justiciera.

—¡Caramba! Basta ya de palabras pretenciosas. Mostrarte sólo cuando estoy herido sólo te hace parecer un cobarde, así que deja de fingir ser tan noble —espetó Demithor. Content rights by NôvelDr//ama.Org.

No obstante, Arconte apuntó a Demithor con su espada y lo amenazó:

—Entrégamelo y vete. Te perdonaré la vida si cooperas. De lo contrario, no me culpes por lo que voy a hacer. Teniendo en cuenta tus graves heridas y la incompetencia de tus hombres, ¡no eres rival en

absoluto para mí y mis compañeros!

Estaba claro, por la intención asesina que emitía Arconte, que estaba listo para atacar en cualquier momento.

Mientras tanto, Demithor era muy consciente de que estaría en desventaja en la batalla. Después de lanzarle a Arconte una mirada temible, se enfureció:

—Espera, Arconte. No será la última vez que escucharás hablar de mí. La Secta Luminosa es ahora enemiga de la Secta Vientofuerte.

Con eso, Demithor agitó la mano.

—Déjenlo, y vámonos.

Pronto, condujo a sus hombres lejos, mientras Jaime vomitaba una bocanada de sangre antes de perder el conocimiento.

—Arconte, ¿va a morir? —preguntó Alba.

Arconte le lanzó una mirada y respondió:

—Sobrevivirá. Se ha desmayado, eso es todo. Es hora de que lo llevemos de vuelta.

Nada más hablar, Arconte cargó a Jaime con una mano y voló hacia la Secta Luminosa con la espada en la otra.

—Arconte, teniendo en cuenta lo graves que son sus heridas, ¿moriría a mitad de camino si lo llevas así? —Alba no pudo evitar preguntar al ver a Arconte cargando a Jaime como un pollito indefenso.

—Alba, este hombre es un Cultivador Demoníaco. ¿Por qué le tienes lástima? Aunque muera, acaba de recibir su merecido.

El odio de Arconte hacia los Cultivadores Demoníacos era extremo. Si no fuera por su misión, ya habría matado a Jaime en el acto.

—Arconte, no me refería a eso. Sólo me preocupa que no seamos capaces de dar explicaciones al Maestro si pierde la vida —explicó Alba con cierto frenesí.

De vuelta a la Secta Luminosa, Mateo Campos, el líder de la secta, estaba dando a sus discípulos una conferencia sobre técnicas de cultivo cuando dos figuras se dejaron caer ante él.

No eran otros que Arconte y Alba.

—Maestro, la energía de fe de antes procedía de este chico.

Arconte arrojó al inconsciente Jaime a los pies de Mateo.

La visión del Jaime malherido provocó una leve arruga en las cejas de Mateo.

—¿Fuiste tú quien le dio la paliza?

—Maestro, no fue Arconte. Fue Demithor —se apresuró a aclarar Alba, pues las normas de la Secta Luminosa prohibían a sus discípulos involucrarse en conflictos y herir a otros sin motivo.

Como secta oculta, su objetivo era cultivar a discreción para poder llegar a ser inmortales algún día.

—¿Demithor hizo esto? ¿Cómo está conectado este hombre con la Secta Vientofuerte? —comentó Mateo sorprendido.

Al escuchar esto, Arconte procedió a relatar todo lo sucedido a Mateo. Incluso describió a Jaime como un Cultivador Demoníaco malvado.

Cuando Mateo lo escuchó todo, se quedó mirando a Jaime con incredulidad.


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