Capítulo 212
Capítulo 0212
Silvia mantuvo los ojos cerrados, con el cuerpo temblando ligeramente.
La mano de Julio se detuvo en ese instante, dándose cuenta de que ella no estaba dormida, y decidió no continuar. Silvia, con la frente cubierta de sudor, se sintió realmente aliviada
cuando él se detuvo.
A medida que avanzaba la noche, Julio, incapaz de dormir, finalmente se levantó y salió.
A la mañana siguiente, cuando Silvia se despertó, él ya no estaba a su lado. Todo lo ocurrido la noche anterior parecía ser un sueño. Sin darle mucha importancia, fue a asearse. Frente al espejo, se esforzó un poco por ajustar sus emociones antes de salir del dormitorio.
La puerta del estudio estaba abierta, y al pasar, Silvia vio de reojo a Julio sentado muy cómodo en su silla, con su postura erguida y concentrado por completo en los documentos. Había recuperado su habitual aire frío y severo.
Recordando su plan, ella decidió dejar a un lado su orgullo y se acercó con cautela, llamando a la puerta.
-¿Qué quieres?-le preguntó él sin levantar la cabeza.
-Lo siento por lo de ayer le dijo Silvia, esforzándose por sonar muy sincera.
–
-Creo que estaba demasiado angustiada y por eso dije esas cosas.
Julio sostenía el documento, pero su mirada seguía fija en la primera línea, incapaz de concentrarse. Él cerró el documento y levantó la vista directo hacia Silvia. Ella vestía ropa muy sencilla, con el rostro pálido y el cabello largo ligeramente desordenado sobre los hombros, lo
la hacía parecer bastante vulnerable. Esa imagen era muy similar a como era anteriormente, pero había algo muy diferente que él no podía identificar.
que
-Ven aquí.
Ella entró y se acercó a él.
–Voy a disculparme con Laura.
La mirada inquisitiva de Julio se posó en ella en ese momento, y sus labios se movieron ligeramente:
-¿Por qué tengo la ligera sensación de que no lo haces de buena gana?
Las manos de Silvia se apretaron con fuerza.
-No estoy dispuesta, pero por ti, puedo ir a disculparme.
Julio la observó detenidamente. Antes, estaba demasiado acostumbrado a su total sumisión,
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pero ahora no le parecía que lo hiciera por él.
-¿Aún me amas? -le preguntó, como si una fuerza inexplicable lo impulsara a decirlo,
Al pronunciarlo, él mismo se sorprendió. Anteriormente también le había hecho esa pregunta, pero ella le dijo que no lo sabía…
Silvia también se quedó muy perpleja, luego lo mintió:
……Te amo.
Era una respuesta familiar, pero en el fondo del corazón de Julio se sentía algo sofocado.
-Arréglate bien, nos vamos a la casa antigua en un rato.
Julio desvió de inmediato la mirada.
No necesitas disculparte con Laura, no hace falta.
Anoche la enviaron al extranjero, no regresaría en esa vida.
Silvia no sabía nada en lo absoluto de lo de Laura y no le preguntó más, fue a arreglarse.
En la casa antigua de los Ferreres.
Nadia también estaba al tanto del incidente de ayer. Bebía leche caliente, con un humor particularmente molesto:
-Antes pensaba que ella era una mujer sin malas intenciones, ahora que en realidad veo que me equivoqué.
Luego dejó la leche a un lado, y le preguntó a la secretaria:
-Mañana es el día festivo, ¿el jardín de infantes de Ramón también estará de vacaciones?
La secretaria lo afirmó:
-Sí, hoy al mediodía a las doce, empiezan las vacaciones. Copyright Nôv/el/Dra/ma.Org.
-Hoy iré a recogerlo yo, lleva todos los juguetes que compré.
-De acuerdo.
Nadia quería aprovechar precisamente esta oportunidad de recoger a Ramón para ver a Oscar. Le gustaba tanto ese niño que deseaba adoptarlo como su propio nieto.
Fue en ese momento cuando una sirvienta se acercó.
-Señora, el señor y la señorita Orellana han llegado.
Nadia, sentada con tranquilidad en el sofá, mostró una expresión algo extraña en sus ojos.
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-Entendido.
Hizo
que todos los demás se fueran, y ella sola subió al ático, empujando con suavidad una puerta polvorienta. Todo adentro estaba cubierto con sábanas blancas.
Nadia lo miró y sacó de inmediato su teléfono para enviarle un mensaje a Silvia.