La Novia Equivocada Novela de Day Torres

Capítulo 114

CORAZONES ATADOS. PREFACIO

SINOPSIS

James King, heredero de uno de los imperios más grandes de publicidad del mundo, a sus veintiocho años ya lo tiene todo: atractivo, dinero, estatus y una bella esposa. Lo único que no tiene es precisamente lo que más desea: un hijo, y eso también parecer ser lo único que su esposa no está dispuesta a concederle.

En medio de un divorcio caótico y una prueba de esterilidad, James se topa de frente con una oportunidad extraña, adoptar a un bebé. Sin embargo, todavía deben pasar siete largos meses para que ese bebé nazca, y su madre necesita ayuda y protección. 3

¿Qué pasará cuando estos corazones heridos, permanezcan atados bajo el mismo techo por esa personita especial que los dos esperan? 2 C0pyright © 2024 Nôv)(elDrama.Org.

CORAZONES ATADOS. PREFACIO

James miró aquel documento mientras pestañeaba despacio, como si no entendiera lo que estaba pasando. En su mano tenía el resultado del espermiograma que le habían hecho, porque después de intentar embarazarse durante casi dos años, Sabrina y él habían decidido buscar ayuda.

–¡Te dije que no era mi culpa! –sentenció ella mientras se cruzaba de brazos después de servirse un trago en el bar de la casa. El resultado era claro: Esterilidad. James era estéril, por eso no habían podido quedarse embarazados. 8

Él cerró los ojos por un momento, encajando el golpe. Ser padre era lo que más quería en la vida, ya tenía todo lo demás. Dirigia un imperio publicitario en Londres, vivía en la zona más exclusiva de la ciudad, y la única razón por la que no había una fila de mujeres derribando su puerta era porque tenía buenos valores y amaba a su esposa... o eso creía.1

La relación entre ellos se había deteriorado mucho en los últimos dos años. Sabrina era modelo y reacia a la idea de embarazarse, pero ahora resultaba que el que no podía tener hijos era él.

– Esto no cambia nada –murmuró James doblando el papel y poniéndolo cuidadosamente sobre la mesa.

– ¿Cómo que no cambia nada? –espetó Sabrina fuera de control. Había estado esperando aquel resultado con toda su alma, para ver si por fin a James se le quitaba aquella obsesión por tener un hijo– ¡Esto lo cambia todo! ¡Eres estéril! ¡No puedes tener hijos! ¿¡Qué parte fue la que no se entendió!? 2

–¡No soy analfabeto, sé leer perfectamente, pero no necesito hacer un bebé para ser padre! Podemos adoptar. 2 Sabrina lo miró espantada, como si le hubiera crecido otra cabeza. –¿Te volviste loco? – le grito. ¿Adoptar?… ¿¡O sea criar a un chiquillo gritón que encima ni siquiera será mío!?

IU

El rostro de James se ensombreció ante aquellas palabras. Sabía que Sabrina siempre le había puesto “peros” a la maternidad, pero escucharla hablar así… ¿En qué momento había estado tan ciego como para creer que de verdad tenían los mismos objetivos en la vida?

–Pues puede ser tuyo con una fecundación in vitro, no me importa que tengamos que conseguir un donante –replicó James. Sabrina se llevó una mano al pecho con dramatismo. ¡Y encima arruinarse el cuerpo con el mocoso de algún desconocido!

–¡Ni lo sueñes, James! ¡Contigo porque no me quedaba más remedio – escandalizó ya sin importarle las consecuencias–, pero no me voy a hacer fecundación ninguna...!

–¡Entonces adoptaremos, pero en esta casa habrá un bebé cagón y gritón cuésteme lo que me cueste! –sentención él con rabia y Sabrina se puso más roja que su vestido. 1

¡Ya no lo soportaba, de verdad ya no lo soportaba!

– Quiero el maldito divorcio, estúpido! – le gritó al borde de la histeria–. ;Llevo años batallando para ser una modelo respetada y encima aguantando que quieras usarme de vaca paridora! ¡Ya no puedo con todo así que a la mierd@! ¡QUIERO... EL... DIVORCIO00000000! – vocifero. 1

Le lanzó el trago a la cara y salió de allí echa una furia, sin embargo, quien recogió una maleta y salió de aquel departamento esa misma tarde, fue James.

El escándalo del divorcio no tardaría en perseguirlos, y prefería irse a un lugar donde nadie lo conociera. Un departamento común en las afueras de la ciudad, un edificio común, donde también vivía una mujer común, que pronto estaría tan herida como él.