El despertar del Dragón

Capítulo 2288



Capítulo 2288

¿Tanto miedo doy?

Jaime no tardó en reaccionar. Creó una fuerza de succión con ambas palmas que atrajo instantáneamente hacia sí los dos velos negros de niebla. A continuación, abrió la boca y se los tragó enteros.

Al presenciar esta escena, las expresiones de Alba y Arconte se tornaron complejas.

La mujer se levantó poco a poco, mirando a Jaime y a sus compañeros con expresión temerosa. Estaba conmocionada por el poder del Dios de las Artes Marciales mostrado antes.

Jaime se apresuró a acercarse y le aseguró:

—No tengas miedo, no queremos hacerte daño. ¿Cómo te llamas? ¿Por qué querían capturarte los Túnicas de Oro Negro?

La mujer negó con la cabeza, aún con expresión recelosa.

—¿Tienes una constitución única? ¿La constitución terrenal, tal vez? —volvió a preguntar Jaime.

Por desgracia, la mujer guardó silencio y siguió negando con la cabeza. Los miraba con expresión recelosa.

Jaime no sabía qué hacer mientras la mujer se negaba a hablar. Sin embargo, temía que aparecieran otros de la Secta de Corazón Maligno y le hicieran daño.

—Ven con nosotros, o alguien podría venir y capturarte de nuevo.

Con cautela, tendió la mano a la mujer, con la esperanza de llevársela con ellos.

Pero al ver acercarse la mano de Jaime, la mujer se asustó y huyó de inmediato, desapareciendo sin dejar rastro.

Como resultado, la mano de Jaime quedó colgando en el aire. Con expresión perpleja, preguntó:

—¿Tanto miedo doy?

—Usted no da miedo, señor Casas. Quizá la mujer sólo estaba asustada. —Alba trató de calmar la preocupación del hombre.

Jaime miró la hora y se dio cuenta de que su vuelo estaba a punto de salir. Dijo:

—Vámonos o no llegaremos al avión.

Justo cuando salían, Malphas y varios Túnicas de Oro Negro llegaron a toda prisa al lugar.

Después de que Malphas echara un vistazo a los cadáveres de los dos hombres en el suelo, su expresión se volvió solemne.

—Creo que acabo de sentir el poder de un Dios de las Artes Marciales. ¿Es posible que haya un Dios de las Artes Marciales en esta remota ciudad? —Malphas frunció las cejas.

—Señor Malphas, ¿podría ser la mujer de constitución especial que debíamos capturar? ¿Su fuerza ya ha alcanzado la de un Dios de las Artes Marciales? Si es así, tenemos que informar a Lord Tacio. Esto va más allá de nuestras capacidades —dijo preocupado uno de los hombres de túnica negra.

Si estaban tratando con un Dios de las Artes Marciales, los Santos de las Artes Marciales como ellos no tendrían ninguna oportunidad.

—Eso es imposible. He visto la fuerza de la mujer, y los dos Túnicas de Oro Negro deberían ser más que capaces de enfrentarse a ella. Debe haber otras personas involucradas. —Malphas agitó la mano

y continuó—: Olvídalo. Atrapemos a esa mujer y abandonemos este lugar cuanto antes.

Pronto, Malphas y los Túnicas de Oro Negro se dirigieron en la dirección por donde había desaparecido la mujer.

Al final, Jaime, junto con Alba y Arconte, llegaron a Ciudad de Jade.

Contemplando la bulliciosa ciudad, Alba y Arconte parecían niños ignorantes embobados con todo lo que veían.

Cuando Jaime los llevó a la Secta Duval, descubrieron que el lugar era mucho más grande y lujoso que la Secta Luminosa.

Sin embargo, los discípulos de la Secta Duval eran demasiado débiles. A sus ojos, los discípulos ni siquiera podían considerarse de nivel básico.

Al ver regresar a Jaime, todos salieron a saludarlo. Fernando preguntó:

—Señor Casas, ¿ha encontrado el Manantial de Regeneración?

Jaime asintió y contestó: Content property of NôvelDra/ma.Org.

—Sí, he vuelto esta vez para llevar al señor Forero y a Giovanni al Manantial de Regeneración para que los traten…

Al escuchar esto, Jesica dijo emocionada:

—¡Qué bien! ¡Ahora tenemos esperanza de salvarlos!

Justo entonces, Cecilia miró a Alba y Arconte y preguntó:

—¿Quiénes son, Jaime?

Durante este período, era Cecilia quien había estado ayudando a Jaime a dirigir la Secta Duval.

Después de todo, entre estas personas, sólo Cecilia tenía experiencia en la gestión de una secta.

—Estos son mis amigos. Gracias a ellos pudimos encontrar el Manantial de Regeneración —dijo Jaime.


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