El despertar del Dragón

Capítulo 2261



Capítulo 2261

Reflexión

—Basta ya de esa falsa simpatía tuya, Emiliano. No importa quién me haya hecho esto. Sigues sin ser rival para mí —ladró Demithor mientras fulminaba al joven con la mirada.

—Demithor, ¿cómo puedes hablarle así a tu hermano pequeño? Sólo está preocupado por ti —le reprochó la mujer.

—Deja de actuar. Es imposible que los dos se preocupen por mí —se burló Demithor.

—Tú... —La expresión de la mujer estaba llena de rabia.

—¡Cállense todos! —Finalmente, Huro puso fin a la discusión. This content © 2024 NôvelDrama.Org.

Demithor y Emiliano Carrión eran medio hermanos. Tras la muerte de la madre de Demithor, Huro se volvió a casar y tuvo un hijo con su nueva esposa. Sin embargo, Demithor nunca se llevó bien ni con la madre ni con el hijo.

Durante todo este tiempo, Emiliano albergó el deseo de sustituir a Demithor como heredero de la Secta Vientofuerte. Sin embargo, Huro se negó a aceptarlo.

Demithor había aumentado bastante su fuerza a través de la modificación genética, solidificando su estatus dentro de la Secta Vientofuerte.

Aunque Emiliano pretendía hacer lo mismo, Huro no lo permitió con la excusa de que este era demasiado joven.

—Demithor, ¿cómo puede un Dios de las Artes Marciales como tú ser derrotado por un Santo de las Artes Marciales? He escuchado que el chico ni siquiera pertenece a una secta oculta, ¿no es ridículo? Además, nuestros subordinados mencionaron que miembros de la Secta Luminosa estaban presentes.

¿Cómo van a respetarnos después de ver cómo apalean al heredero de la Secta Vientofuerte? Por cierto, incluso he escuchado que usaste tu habilidad de curación genética para curarte al instante. ¿No sabes que es una técnica secreta de la Secta Vientofuerte? ¿No te das cuenta de que mostrársela a la Secta Luminosa nos perjudica? —preguntó Emiliano a Demithor con calma.

Las palabras de Emiliano hicieron sudar frío a Demithor. No le había contado a Huro la verdad sobre lo ocurrido por miedo a enfurecer a su padre y ser castigado.

Ahora que Emiliano lo había desenmascarado, Demithor estaba lleno de ira y ansiedad.

—¡Emiliano, deja de decir tonterías! —le gritó Demithor a su hermano.

—Demithor, ¿por qué estás tan enfadado? Sólo estoy transmitiendo lo que he escuchado a nuestros subordinados. Si te molesta, ¿por qué no interrogas a los hombres que te acompañaron? —sugirió Emiliano con una sonrisa.

—Tú…

Cuando Demithor se quedó sin palabras, Huro le lanzó una mirada furibunda.

—¿Es verdad lo que ha dicho Emiliano?

—Papá, yo…

Justo cuando Demithor quería explicarse, Huro le cortó.

—Ya está bien de hablar. No eres más que una basura. ¿Cómo puedes fracasar en derrotar a un Santo de las Artes Marciales y acabar filtrando las modificaciones genéticas secretas de la Secta Vientofuerte? Ve ahora al Acantilado de la Reflexión y arrepiéntete. Sal sólo cuando te hayas dado cuenta de tu error —ordenó Huro con un gesto de la mano.

—Papá, lo siento. Por favor, perdóname. No quiero ir allí.

Demithor se aterrorizó ante la mención de Acantilado Reflexión.

A pesar de ello, Huro no tuvo piedad y ordenó que llevaran a su hijo allí.

Ver cómo se llevaban a Demithor a rastras provocó una sonrisa de suficiencia en los rostros de Emiliano y su madre.

—Papá, he investigado los antecedentes de la persona que golpeó a Demithor. Se llama Jaime Casas. Es un Santo de las Artes Marciales que ha saltado a la fama en el mundo de las artes marciales de Ciudad de Jade hace poco. Aunque ha sido rescatado por la Secta Luminosa, voy a vengarme en persona de la humillación que nos ha hecho al golpear a Demithor.

Emiliano sabía que era el momento de impresionar a su padre.

—¿Serás capaz de derrotar a Jaime cuando ni siquiera tu hermano lo consiguió? Encima, la Secta Luminosa no te lo va a dejar fácil —comentó Huro con el ceño un poco fruncido.

—Papá, tengo una idea. A veces, el poder no lo resuelve todo. Hay que usar la inteligencia de vez en cuando.

Emiliano trataba de insinuar que Demithor era un imbécil.

—Muy bien, entonces. Ten cuidado. No quiero que te hagan daño a ti también —dijo Huro mientras le daba una palmada en el hombro a Emiliano.

—No te preocupes, papá.

Emiliano estaba extasiado al recibir la aprobación de su padre.


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