Chapter 22
Capítulo 22
En ese momento, Raquel yacía debajo de él, con su cabello desordenado y brillante extendido sobre las sábanas. La casa matrimonial, decorada a mano por doña Isabel, tenía sábanas rojas. El rojo hacía que su piel blanca y suave brillara, dándole un aire algo seductor.
Si ella estuviera así debajo de otro hombre...
Alberto apretó el puño. Quería explicarse, quería decirle que lo que había enviado era medicina. para ella, no hombres.
Pero las palabras no salían.
Raquel lo miró fijamente: -Aléjate.
Ella le pedía que se alejara.
Alberto no se movió.
Raquel comenzó a luchar. Solo pensar en cómo había llevado a Ana a su Villa de
los Ángeles la noche anterior le hacía querer evitar cualquier contacto físico con
él.
-¡Alberto, aléjate! ¿Te has lavado después de haber tenido sexo con Ana anoche?
Alberto se quedó sin palabras.
Él sujeto ambas manos de Raquel contra la cama y le advirtió con voz fría: ¡Raquel, no te muevas!
Raquel no iba a escucharlo; en cambio, luchaba aún más.
Ahora Alberto la tenía presionada debajo de él.
Él recordaba lo atractiva que era la noche anterior, acurrucada en su pecho, lamiéndolo y besándolo. Lo recordaba todo.
Un arrebato de temperamento surgió de repente, tiñendo sus ojos de un tinte lascivo.
Raquel lo sintió de inmediato y dejó de moverse.
Lo miró con ojos grandes y sorprendidos: -¿No será que...?
Alberto maldijo por lo bajo, soltándola de inmediato, y se sentó: -¡No!noveldrama
Raquel también se sentó: -Pero...
Alberto la miró fijamente: -Raquel, ¿no estás enojada solo porque anoche fui a estar con Ana
y no me quedé contigo? ¿Qué estás pensando? ¿Crees que tendría sexo contigo?
Capitulo 22
Raquel palideció, humillada por sus palabras.
Parece que
lo
que sintió antes fue solo su imaginación. ¿Cómo podría él tener alguna atracción
física hacia ella?
Raquel se levantó: -Si ese es el caso, ¡no te importa con qué tipo de hombres me divierta
afuera!
El rostro de Alberto se oscureció: —¡Tú!
Al verlo enojado, Raquel sonrió: -Cuando tengas tiempo, avísame para proceder con el divorcio. Antes de divorciarnos, tú puedes divertirte afuera y yo también, cada quien por su
lado.
Dicho esto, Raquel recordó algo más. Sus ojos claros y vivaces se posaron en los labios finos de Alberto por un momento: -Practica más tus técnicas de beso, presidente Alberto. ¿Realmente sabes besar?
Tras decir eso, Raquel se dio media vuelta y se marchó.
Ella se fue.
Alberto se quedó sentado en la cama, su torso atlético subiendo y bajando con la respiración, un fuego de ira y melancolía envolviéndolo en una ominosa penumbra.
¡Esa maldita mujer!
¿Qué tiene de malo su técnica de beso?
¿Por qué siempre se burla de su habilidad para besar?
Alberto soltó una risa desdeñosa. Sabía que todo era un truco suyo para provocarlo y que la
besara de nuevo.
Como cuando insinuó que él no era bueno en la cama.
Ella nunca cambia su juego.
Alberto sabía claramente que una mujer como Raquel, bonita pero sin talento, no era el tipo que él prefería. El hecho de que la deseara dos veces era simplemente porque era un hombre
normal.
En ese momento, el tono melodioso de su celular celular sonó. Era Ana quien llamaba.
Alberto suavizó su expresión: —Anita.
La alegre voz de Ana resonó de inmediato: -Alberto, ven rápido al bar. Hoy Ramón Rodríguez regresa al país. ¿Olvidaste organizarle la bienvenida?
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