Diario de una Esposa Traicionada por Rocio H. Gómez

Capitulo 81 

Isaac me llamó, no le respondi, ni siquiera pause mis pasos, de hecho, aceleré mi marchal 

Él me alcanzó con unos pocos pasos largos, y sin más, agarró mi muñeca gritándome: “¡Cloé!” 

“¿Hay algo más?” 

Hable lo más tranquila que pude. 

Isaac apretó los labios en una linea recta diciéndome: “Dame un poco de tiempo, solucionaré su 

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“¿Solucionar su asunto?” 

Me sonó como una broma: “¿Su asunto se puede solucionar así nomás, con ella intentando suicidarse todos los días y tú teniendo que ir a resolverlo?” 

El viento de la noche soplaba, haciéndome fruncir la nariz: “Isaac, no me importa lo que hagas con ella, ¡solo espero que me dejes en paz!” 

Su expresión se volvió fría, sus ojos oscuros destilaban frialdad y pronunció cada sílaba con pausas: “Repítelo.” 

“Dije que no me importa lo que hagas con ella… jeh!” 

Cuando estaba a medio decir, él apretó mi mandibula con fuerza, la persona que siempre había sido gentil y reservada frente a mi, de repente se volvió agresiva, y con los dientes apretados me cuestionó: “Cloé, ¿es que no tienes corazón?” 

Esa pregunta, ¿no debería ser yo quien se la hiciera? Justo cuando todo estaba bien, robó mis palabras. El dolor me hacia lagrimear, pero aun así, resisti el dolor y lo miré directamente a los ojos, con voz firme: “No.” 

“¡Entonces sufre!” 

Me empujó de vuelta al auto, su voz era fría como el hielo del invierno: “¡Antes del aniversario de mi abuelo, los limites entre nosotros no son algo que tú puedas decidir cuando quieras!” 

“César, maneja! Lleva a la señora a casa.”