Capítulo 279
Capítulo 279: Estrategia de Autocompasión
-Valen, por favor, no te enfades por lo de anoche. Me pongo de rodillas ahora mismo, ¿me perdonas?
La súplica de Aitana sonaba tan sincera que Valentina casi crela que la actuación de Aitana en El Grand Hotel de Coralia la noche anterior habla sido una ilusión.
¿Pedirle perdón? ¿Arrodillarse? ¿Qué drama estaba interpretando Aitana?
Con sarcasmo, Valentina respondió sin piedad.
-¡Pues quédate arrodillada!
Preparándose para colgar, escuchó una exclamación de sorpresa de un anciano del otro lado de la
linea.
-Aitana, ¡qué estás haciendo!
La voz del anciano le resultó familiar, como si fuera alguien que conocía. Estaba intentando escuchar más, quizás recordar algo más, cuando Aitana colgó abruptamente.
Valentina frunció el ceño, preguntándose qué trama estaba urdiendo su «hermana». Sabía que Aitanal no tenia buenas intenciones, pero no le interesaba lo que estuviera planeando. Sin embargo, la voz del anciano le recordaba al hombre en su sueño, haciendo que Valentina cerrara los ojos, intentando recordar su rostro con más claridad. Aunque los contornos del anciano empezaban a formarse en su mente, todavia parecían estar cubiertos por una niebla, impidiéndole ver claramente.
Valentina pensó que si realmente se encontrara con él, lo reconocería inmediatamente.Content © NôvelDrama.Org 2024.
Mientras tanto, en la Villa Valenzuela, Aitana estaba arrodillada en el suelo, escondiendo apresuradamente su teléfono al ver a Don Raúl acercándose en su silla de ruedas. Aunque trató de ocultarlo, el pánico era evidente en sus ojos.
-¿Con quién estabas hablando? ¿Quién te hizo arrodillarte? -Don Raúl preguntó con severidad.
Aitana, evaluando el estado mental de Don Raúl y sin estar segura de si recordaba el distanciamiento de Valentina con la familia Valenzuela, optó por mentir.
-No, abuelo, solo me cai, nadie me hizo arrodillar–Intentó sonreír, pero su sonrisa forzada solo servía para hacer su historia menos creible.
Don Raúl, no queriendo creer que Valentina estuviera involucrada y, por instinto, ignorando las señales obvias de la mentira de Aitana, relajó su expresión.
-¿Ah si? ¿Entonces escuché mal?
Aitana quedó impactada al ver que Don Raúl todavía tenía a Valentina tan presente en su mente. Habia planeado utilizar una estrategia de autocompasión, especialmente si Don Raúl recordaba el incidente
en el hospital, pero se sorprendió al ver que él ignoraba sus evidentes señales de angustia y disimulo.
Este vinculo de sangre con Valentina parecia ser indiscutible.
Aitana no podia ocultar su desilusión. Casi a diario intentaba sondear la memoria de Don Raúl, pero parecia recordar cada vez menos sobre el incidente del hospital. Se preguntaba si para su cumpleaños Don Raúl recordaria algo. La posibilidad de que nunca lo hiciera y siguiera preocupado por Valentina la llenaba de inquietud. Para asegurarse de que nada fallara, sabia que tenia que tomar medidas.
Una vez que Don Raúl se alejo, Aitana se levantó, apretando su teléfono mientras pensaba
intensamente, sin notar el marcado mordisco en su labio.
La llegada de una figura alta y erguida la distrajo. Era Alonso. Altana, visiblemente nerviosa, lo saludó con un temblor en su voz. La noche anterior, después de regresar a la Villa Valenzuela, no había visto a Alonso. ¿Acababa de regresar?
Recordando la noche anterior, Aitana se sintió aún más culpable bajo la mirada de Alonso. Él con su habitual distanciamiento, subió las escaleras pero se detuvo repentinamente al pasar junto a ella.
-Santiago no aprecia a las mujeres afectadas. Deberías saber que ya está casado. -Su tono grave y advertencia contrastaban con su habitual cortesía, cada palabra estaba cargada de una frialdad
penetrante.
Aitana se estremeció interiormente. Intentó responder, pero la mirada penetrante de Alonso la hizo desviar la vista, abrumada por la sensación de ser completamente vista a través.
Incluso después de que Alonso retiró su mirada y sus pasos se alejaron, Aitana se sintió invadida por una mezcla de ira y resentimiento. Se consideraba la verdadera heredera de la familia Valenzuela. Alonso, a quien el abuelo había adoptado, ¿cómo se atrevía a mirarla así? Ella creia que merecia ser
adorada y mimada..
Desde su reconocimiento por parte del abuelo, Alonso había mantenido una distancia respetuosa, sin hostilidad pero claramente distante, mientras que su protección hacia Valentina parecia ir más allá del
deber familiar.
Con la conciencia de que Valentina es la verdadera nieta de Raúl, Aitana no podia evitar sentirse insegura. Con Don Raúl y Alonso favoreciendo a Valentina, sabla que no podia quedarse de brazos
cruzados. Apretando los puños, fue interrumpida por el sonido de su teléfono. Era una llamada de El Grupo Valenzuela Joyeria.
Ajustando su estado de ánimo. Aitana respondió a la llamada con una sonrisa en la voz, emitiendo una aura de superioridad.
-¿Hola?
-¿Señorita Aitana? El puesto de director de diseño ha estado vacante durante demasiado tiempo. Si la señorita Aitana tiene interés en otro cargo, ¿deberíamos empezar a buscar a alguien más a través de una empresa de headhunting? -La implicación era clara: si Aitana no aseguraba pronto el puesto, lo
perderia.
Aitana recordó la noche anterior, cuando tuvo la oportunidad de convencer a Don Mendoza de revertir su decisión de no colaborar con El Grupo Valenzuela Joyería, pero Valentina lo arruinó todo. -Nadie toca ese puesto de director de diseño, -dijo frlamente antes de colgar.
¿Quién más en El Grupo Valenzuela Joyeria se atreveria a hablarle de esa manera? Solo podia ser por instrucciones de alguien. Aitana pensó en Lucia, maldiciéndola por dentro. ¿Cómo podia esa huérfana recogida por Don Raúl atreverse a desafiarla?
Pero la realidad era que tanto Alonso como Lucia parecían tener la sartén por el mango sobre ella, lo cual intensificaba su resentimiento.
Mientras su mente trabajaba a toda máquina, un plan malévolo comenzó a tomar forma en sus pensamientos-
Valentina recibió una invitación para el banquete de cumpleaños de Don Raúl de El Grupo Valenzuela y se sorprendió al principio. La invitación llegó por correo electrónico, pero el remitente era una
dirección desconocida.
-Don Raúl Valenzuela—murmuro Valentina. De repente, la imagen del anciano en la silla de ruedas de su sueño vino a su mente-. ¿Es él?
No entendia como había llegado a esa conclusión. Durante los últimos dias, investigando información sobre El Grupo Valenzuela Joyeria, parecia encontrar rastros de si misma. Había una foto en linea de una recepción, borrosa, mostrando a una mujer con una silueta similar a la suya y a un anciano en silla de ruedas mirándose con sonrisas. ¿Era ese Don Raúl? Por alguna razón, Valentina sentia una gran curiosidad por Don Raúl, como si algo dentro de ella la impulsara a conocer más sobre este hombre. Tal vez, asistiendo a su fiesta de cumpleaños, podria descubrir si el anciano de sus sueños tenia alguna
conexión con Don Raúl.
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